lunes, 6 de octubre de 2014

Una noche loca o asaltado por quien no debería


En la actualidad es difícil encontrar a alguien que no haya sido alcanzado por la delincuencia, muchísimos han sido víctimas en el mejor de los casos de robos o asaltos; yo no soy la excepción, por lo que en esta ocasión les contare mi experiencia, que al recordarla siempre me causa algo de risa, pero no deja de ser aterradora. 

Hace algunos años durante mis estudios universitarios en Puebla, era común agarrar la jarra (embriagarse con cerveza) muy seguido; debo confesar que por esos años beber se me había convertido en un vicio y muy frecuente, tanto que mis amigos y yo aplicábamos el “hoy es juebebes, mañana bebiernes, pasado sabadrink y después pomingo”. Y fue que en una de esas, celebrando el cumpleaños de un compañero (lo llamare Caín) en el famoso antro “el baño” de Analco, este quedo totalmente ebrio, tanto que ya siendo noche lo tuvimos que llevar a su casa en una unidad habitacional (una de las Galaxias) en uno de los extremos de la ciudad, la cosa era llevarlo de a Cristo, osea yo y un amigo (el Rastas) a los lados y el en medio.



Tomamos la ruta “Galgos del sur”, Caín estaba tan noqueado por el alcohol que en los brincos provocados por los baches golpeaba su rostro con el respaldo del asiento de enfrente y ni siquiera reaccionaba; el camino a su casa era largo, tanto que cuando llegamos a nuestra parada, el único briago era Caín. Bajamos del camión con algo de dificultad por cargar a Caín, de allí caminamos solo dos cuadras cuando en la esquina próxima pudimos ver una camioneta de la policía municipal de Puebla (o que mala espina me dio), se detuvo y bajaron como 8 policías entre mujeres y hombres; se dirigieron hacia nosotros y nos indicaron que nos detuviéramos, quedando nosotros muy desconcertados.



Increíble es ver lo que puede hacer el organismo durante una momento así, Caín en un dos por tres volvió en sí (vaya estaba más despierto que nosotros); de pronto nos indicaron que abriéramos las piernas y extendiéramos los brazos para registrarnos; entonces cuando nos estaban registrando Caín fue el único que se defendió diciendo ¿por que nos registran?, siendo la respuesta ¿Sabían que andar pedo en la calle es delito? y la contra respuesta "¡andar pedo en la calle no es delito, delito es beber en ella o echar gritos como loco!" y de nuevo la contestación del policía ¡cállate pinche Milhouse o te voy a partir tu madre! (Caín ocupa lentes de fondo de botella, la verdad si parece Milhouse); lo único que le decíamos a Caín era ¡cállate wey, cállate!. 



Durante el registro nos checaron hasta los genitales (despojando a Caín de una memoria usb) para después subirnos a la camioneta a la voz de “súbanse cabrones” (esos minutos se me hicieron eternos), nos sentamos en los asientos que tienen estas camionetas y al ver esto un policía nos dijo ¡bájense cabrones, no van de paseo!, por lo que nos bajamos al suelo de la batea; pasados unos segundos empezó a sonar el celular del rastas, por lo que un policía nos dijo ¡apaga esa madre, no quiero oírla sonar de nuevo!; en eso avanzamos yo creo unos 50 o 60 metros y el policía que estaba sentado frente a nosotros toco tres veces la puerta de la batea, entonces se detuvo la camioneta y el nos dijo  ¿cuanto traen cabrones?, respondiendo nosotros ¡yo 100, yo 40, y yo 200!, a lo cual nos contesto “¡no mamen cabrones, eso es una mierda, haber búsquense!”, pero no teníamos más; entonces nos dijo ¡a ver denme eso, bájense y caminen de frente y no volteen! (así no veríamos la placa de la camioneta).



Creería uno que eso seria todo, pero no, casi llegando a la casa de Caín vi como su pies eran alcanzados por una roca y la queja de este, al voltearnos para ver el origen de esta, nuestra sorpresa fue grande al ver a lo lejos una sombra de una persona comportándose como un simio, gritando ¡huuuuu! con las manos en alto y amenazando con arrojarnos más rocas, escena dantesca y si, muy aterradora. Después del asalto del que fuimos víctimas, la reacción de el Rastas y mía fue correr, mientras que Caín mentaba madres a diestra y siniestra, pero al darse cuenta de nuestra huida, también se echo a correr tras nosotros.




Corrí tan rápido que no fui consiente de ello, yo creo a causa de la adrenalina; llegue primero a la puerta de la casa, tras de mi el Rastas y al ultimo Caín, fue una de las peores noches de mi vida. Lo que mas me impresiona fue el ser asaltado por policías, que tuvieran ya organizada su estrategia para hacerlo (recuerda como un policía toco la puerta de la camioneta y esta se detuvo) y todo esto en vez de ser auxiliados por ellos, escasos minutos después.

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